miércoles, 13 de abril de 2011

Aullando a la luna


La hierba y las hojas secas crujían bajo sus potentes patas. Él caminaba hacía aquella dirección, aunque no sabía que le atraía hacía aquel lugar. Únicamente intuía que era algo irresistible. Cuando por fin los grandes árboles dejaron paso a la llanura, con la inmensa roca en medio, el lobo gris por fin entendió aquello que lo impulsaba a seguir adelante tan poderosamente: la luna. Aquella noche era luna llena, cosa que aun aumentó más su deseo para hacerla suya y la excitación que sentía. Se subió con agilidad encima de la roca, y aulló, tan fuerte, que los dueños de la noche, los búhos, alzaron el vuelo rápidamente, husmeando algún peligro.
Entonces el silencio se apoderó de todo el bosque, y se extendió por los alrededores. Los otros lobos, acudían en busca de su compañero de caza, el lobo gris. Todos estaban preparados para matar a algún animal, tan insensato que estuviera pasando por allí cerca, a aquellas altas horas de la noche.
Al encontrarse, al pie de la roca, los lobos empezaron la persecución, a la luz de la luna.

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